El Barça honró el título con su victoria

Alirón con reparos, titulamos el año pasado, cuando el Barça alcanzó la Liga tras el enésimo atropello arbitral al Madrid (el penalti no pitado a Ronaldo en Sevilla) y el pacto de no agresión con el Levante. Alirón con grandeza, titulamos este año, porque el final ha sido otro. La noticia llegó en el descanso, con la derrota del Valencia en Mallorca, y precedida, veinticuatro horas antes, de una infamante oferta de pacto por parte de Fernando Vázquez. Pero el Barça, aplicado en su tarea, honró su título y ganó ese medio partido que tenía por delante. No lo necesitaba ya, pero el fútbol sí lo necesitaba, y mucho.

Gran equipo este Barça, nucleado en torno a jugadores jóvenes y entusiastas, que se han reunido en el lugar y en el momento justo. Entre ellos está el mejor del mundo, Ronaldinho, que además es el más alegre de todos, la mejor propaganda posible para un deporte tan hermoso como este. Y los manda un tipo inteligente y tranquilo, que navega con calma inusual por este mundo tan enloquecido: Rijkaard. Llegó al Barça sin currículum, pero se lo está haciendo, y de qué manera. Su sosiego y su concentración prestan una influencia decisiva a este gran grupo de jugadores, que se sabe bien dirigido

Hay cosas del Barça que no nos gustan en este periódico, particularmente su interesada (y provechosa) cooperación con el villarato. Pero eso no debe alterar el reconocimiento al magnífico fútbol que hace, exactamente el fútbol que el aficionado pide y necesita: un juego alegre, de inspiración, basado en el talento individual más que en las cautelas tácticas, aunque estas existan y sean la causa de que no se desordene. Y un juego solidario, con ese aire inequívoco de tarea común, de cooperación, de servicio de todos a una misma idea. La victoria de un fútbol así merece el aplauso de todo buen aficionado.

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