La mejor medalla de la Comunidad

No pude estar y bien que lo sentí. Me dice Carmen Colino, que aquí abajo les cuenta todos los entresijos del acto, que Di Stéfano estaba como un pimpollo, recuperado de su operación, rejuvenecido, feliz por este homenaje de la Comunidad de Madrid (su tierra de adopción) en una mañana de primavera reventona. Habló y habló sabiamente: "Al equipo que le pongo un cinco; y si acabamos segundos, un seis". Todo en su justa medida. Y también: "No hay que matar a los futbolistas. No hay que cortarles la cabeza porque gane el adversario". Palabras de paz y de concordia a la espera de tiempos mejores.

En los días turbulentos al Madrid le queda siempre el referente de su historia, y en ella no hay mejor modelo que Di Stéfano. Dentro de poco se cumplirán cincuenta años de la primera Copa de Europa ganada (en París, al Stade Reims, revancha simbólica y desarmada del 2 de mayo), con Di Stéfano al frente de la tropilla. Para mí aquello sólo era una conversación de los mayores y un sonido victorioso en la radio. Con el tiempo capté la dimensión de la leyenda que entonces empezaba, y que le fijó para siempre al Madrid un objetivo de excelencia que rara veces abandona. Ahora lo ha abandonado.

Esperanza Aguirre lo sabe, y sin duda eso ha pesado a la hora de conceder esta medalla. Eso y su real interés por el deporte, cuestión en la que sí aventaja a su antecesor. Con esta medalla Esperanza Aguirre le hace un favor al Madrid, porque toca un cornetín y recuerda cuál es el modelo: Di Stéfano. Aquel genio, mitad artista, mitad guerrero, líder irreductible, trabajador en los entrenamientos y en los partidos. Un modelo sobre el que se edificó algo grandioso. Un modelo que pretendió seguir Florentino pero se extravió. Un modelo que deberá tener presente quien sea que gane las elecciones.

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