Martín y la sombra de Florentino

Hace semanas que el Madrid no ofrece más que disgustos. Y eso es el peor delito en una actividad como el deporte profesional, que en realidad es industria de la ilusión. Ilusión tienen el Barça o el Villarreal por la Champions, el Sevilla por la UEFA, el Valencia y Osasuna por la segunda plaza, el Atlético, el Depor y varios otros por un puesto en la UEFA. Los más desfavorecidos la tienen, salvo el Málaga, por salvarse. Todo el mundo tiene una ilusión menos los dos que juegan hoy, que sólo esperan ya que termine la pesadilla. Así que la afición del Madrid, deseosa de algo con lo que ilusionarse, empieza a pensar en un nuevo presidente.

Malos días para Fernando Martín, que aceptó, quizá con excesiva audacia, un regalo envenenado de Florentino, y que desde el principio ha dado señales de verse abrumado por la carga. No acertó en sus primeras intervenciones (aquello de la comisión de vigilancia a los jugadores...) ni en la cena secreta con los santones, a los que vino a decir que le gustaría contar con ellos pero que Florentino no le dejaba. Estuvo mal al anunciar un entrenador en quince días, peor al decir tras esos quince días que estaba manejando siete nombres, y pésimo en el sainete de las vacaciones quitadas y devueltas después del empate ante la Real Sociedad.

Así que si empezó con un solo directivo abiertamente en contra, Ramón Calderón, ahora tiene una situación ingobernable. Es cierto que desde el principio se ha sentido excesivamente tutelado por Florentino, y que eso ha contribuido a ponerle excesivamente nervioso. Pero es que es justamente su falta de flema lo que preocupa. Hace falta mucho tío para sacar adelante el Madrid como está, y a él le ha podido la sombra de Florentino. Si hubiera convocado elecciones nada más llegar, éstas podrían estar celebrándose hoy, y seguramente las ganaría. Ahora el tiempo ha corrido en su contra y las elecciones resultan más necesarias que nunca.

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