Raúl volvió en las vísperas del Arsenal

Bueno, pues mientras Cassano adelgazaba ha terminado por curarse Raúl, que ahí está, tan campante. Volvió y hasta marcó un gol que el árbitro prefirió escamotear. Volvió en un partido sencillo, que el Madrid resolvió pronto para después convertirlo en una especie de entrenamiento con público... hasta que el público se empezó a marchar. Jornada de descanso pleno para Woodgate, Zidane y Roberto Carlos, y de descanso parcial para casi todos los demás. Aparentemente, todo es bonanza en este Madrid que recupera al capitán, que tiene a Zidane rejuvenecido y que vuelve a la Champions con el crédito recuperado.

Pero hay cosas que hacen presentir algún nublado. A López Caro se le ve melancólico, quizá porque sabe bien que el título de verdad asaltable era el de Copa, y que ese se le quedó en Zaragoza en una mala noche en la que, es evidente, no valoró el partido como era preciso. El arrebato posterior no lo lideró él, sino Casillas y la afición, con el célebre sortilegio de Juanito. La eliminatoria ha pasado sobre él como una ola y le ha dejado maltrecho. Ahora llega el Arsenal y puede rehacerse, pero la Champions esconde más allá de octavos peligrosas trampas. Y llega el momento de manejar los egos de los pesos pesados al hacer la alineación.

Porque, decía, Raúl ha vuelto y Cassano, que venía para sustituirle, sigue ahí. Vino a Madrid para hacer méritos cara al Mundial y pronto empezará a inquietarse cuando vea que su destino es jugar ratos sueltos. ¿Y Ronaldo? Eso preocupa más. Ha vuelto pero como si no. Se le ve desconectado, como ausente. Y con la línea de cuatro que forman Beckham, Zidane, Guti y Robinho tan sólida como está, en realidad un puesto libre para los tres citados más arriba. Todo un trago. Suerte que, a cambio, están las espléndidas realidades de Cicinho, Woodgate, Sergio Ramos y Robinho, sobre los que empieza a apuntalarse un nuevo optimismo.

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