Hubo tiempos en que era siempre así...

Citó Casillas a Juanito nada más salir de la ducha de La Romareda con seis goles en las costillas (se dice pronto) y provocó todo esto. Casillas tocó una tecla que despertó un sentimiento dormido en el madridismo. La afición le creyó porque quiso, porque deseó retroceder en el túnel del tiempo y abrazar aquel recuerdo. Y detrás fueron primero el club y luego los jugadores. El club estaba regalando entradas en las peñas y de repente se encontró con colas en las taquillas. El campo se llenó. El Zaragoza se sintió estupefacto y molesto. La prensa se dividió entre contagiados y escépticos. Y los jugadores se vieron arrastrados por la sugestión colectiva.

Yo recordaba anteanoche que hubo tiempos en que siempre era sí. Particularmente cuando las remontadas europeas de La Quinta del Buitre. Cuantos más goles le metían al Madrid en el partido de ida, más entusiasmo había para el de vuelta. Llegaron casos de colarse hasta veinte mil personas en el estadio. El que no iba con una hora de adelanto no podía no acceder a su localidad. Las remontadas se sucedían infaliblemente, como las estaciones suceden a las estaciones. Era un Madrid distinto, sin Balones de Oro, pero comprometido con una permanente ética del esfuerzo. Dispuesto a exigirse siempre lo fácil, lo difícil y lo imposible.

El Madrid está ahora fuera de la Copa, pero el madridismo está feliz, porque hace tiempo que el equipo no se proponía algo tan imposible y descabellado como darle la vuelta a un 6-1. Han sido muchos años de Quinta de los Ferrari, de giras por Asia, de star system, de molicie, de dolce farniente, de a mí al pie y que corran los demás. Casillas recordó historias que le habían contado su padre y su tío, las lanzó a volar y se inflamó un viejo sentimiento. "Nunca había vivido algo así, con este ambiente eliminaremos al Arsenal", dice Zidane. La afición les ha transportado a ese estado de ánimo. Ahora les corresponde a ellos mantener viva esa hoguera.

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