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No es fácil ser jugador de club

Cada vez es más frecuente que los equipos echen mano de lo que podríamos llamar jugador de club para desempeñar cargos de relevancia, una vez que abandonan la práctica activa del fútbol. Si echamos un vistazo por la Primera División, nos encontramos con que la mayoría de las secretarías técnicas y direcciones deportivas están siendo brillantemente desempeñadas por ex futbolistas. Monchi; Cristóbal (Espanyol) Manolo Hierro, Toni Muñoz (Atlético), Cordón (Villarreal), Alberto Benito, Stosic, Subirats (Valencia) Beguiristain, José Mari Bakero o Butragueño (vicepresidente del Real Madrid) podrían confeccionar un once ideal de viejas añejas glorias del balón, pero alevines en una estructura de club. Y ese puede ser el destino de Armando.

El Cádiz ha sabido nutrirse de esta cantera para conseguir jóvenes, honestos y talentosos profesionales con una fidelidad y eficacia fuera de duda. El mencionado Benito, Barla, Férez o Antonio Puche (aunque no jugó en Carranza, como si lo hubiera hecho) son el exponente y el motivo por el que Antonio Muñoz quiere perpetuar al cancerbero vasco a orillas del Atlántico. Mientras aguante de portero (este tiene cuerda para largo...) y cuando se retire, en cualquier actividad dentro del organigrama cadista. Son muy pocos los privilegiados que, en este mundo del balompié, se ganan el honor de que se les considere 'hombres de la casa'. Y Armando, desde luego, es y será un seguro de vida para cualquier misión que se le pueda encomendar.