El Athletic juega desde la desesperación

Partido tremendo en San Mamés. El Athletic entra en desesperación y juega con un frenesí cegador, para él mismo y para el adversario. Confía poco en su fútbol, confía poco en su defensa y apela a la casta, al esfuerzo, a la pierna fuerte. Está dispuesto a vender cara su piel. El árbitro aceptó el tono del partido marcado por el Athletic, excesivo (bien pudo no ver la acción de Urzaiz sobre Pablo García, pero la de Amorebieta sobre Cicinho es indisimulable) y el mérito del Madrid fue no enredarse en eso. E hizo bien. Con menos méritos se llevó más tarjetas. Lo pasó mal, pero al final se lleva los tres puntos y de nuevo puede soñar con remontadas.

Se queda sin nada, sin embargo, el Athletic, cuyo esfuerzo no pudo ser mayor. Clemente ha activado este equipo, sin duda. Los jugadores de anoche no podrán ser calificados de mingafrías, porque pusieron sobre el campo todo lo que tenían. ¿Y es eso todo lo que tiene el Athletic? No. Le faltaban Yeste, Tiko, Etxeberria... Hay más de lo que anoche se vio, aunque el problema principal persiste: la defensa. En la primera parte, en la que el Madrid se asomó más al área, llegó con claridad varias, incluso demasiadas veces. Como para haber rematado el partido antes del descanso. No lo hizo porque Robinho y Ronaldo perdonaron.

Ronaldo es una asignatura aún pendiente de López Caro. Todavía no es él. En varias ocasiones recibió balones con ventaja, de los que antes producían infaliblemente gol o tremenda avería, y ya no es así. Se estrelló una y otra vez en una defensa que otros jugadores (y otros equipos) atraviesan como un cuchillo atraviesa una pella de manteca. Su golito fue lo que más echó en falta el Madrid, que por culpa de ello tuvo que sufrir hasta el minuto 92, cuando apareció Raúl Bravo por el segundo palo para remachar un pase de Robinho. Final feliz para el Madrid y oscuros presagios para el Athletic. Pero luchando así, aún puede salir.

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