El Madrid de López Caro se dio un festín

Poco Espanyol para tanto Madrid. Un Espanyol encogido, con una actitud blandengue y perdedora, incapaz de disputar el terreno o el balón. Suele comentarse que los periodos electorales en plena temporada distraen a los equipos. Debió de ser eso, porque el aire del Espanyol no pudo ser más distraído ni menos combativo. Frente a ese grupo desmedrado el Madrid practicó un fútbol elegante, sin mayor esfuerzo (excepción hecha de Beckham, que se vacía en cada partido, como buen inglés) y fue goteando sus goles cada poco, fruto de una superioridad que el rival no quería discutirle. Y todos en bellas jugadas.

López Caro mantuvo su apuesta de la línea Beckham-Zidane-Guti-Robinho y mantuvo también a Cicinho. Si hay rotaciones, será más adelante. De momento, se puede percibir eso como la confirmación de que ese es su equipo, el que le gusta. Con esa fórmula encadena goles y victorias, y en ese traje se mueve mejor Zidane que volcado a la izquierda, donde se veía obligado a veces a tareas un poco engorrosas. Zidane luce y deslumbra, y nos deja en mal lugar a los pesimistas que nos temíamos que sus mejores partidos ya eran cosa del pasado. Pues no, aún sigue ahí. Quizá no pueda con dos partidos por semana, pero con uno sí que puede.

La otra novedad, aparte de la línea de cuatro, es Cicinho, que sube y sube y además las pone bien. Tan estupendamente las pone que provocó un gol de cabeza de Ronaldo, que si no es por eso se queda sin marcar. Reapareció como se fue, con ese aire beatífico que sólo rompe de cuando en cuando en contundentes arrebatos en los que roza el gol. Luego, otro largo reposo. Lo que no sé si tiene bien resuelto López Caro es el pivote entre las dos líneas de cuatro. Gravesen tiene virtudes que no le negaré, pero las acompaña de extravagancias excesivas. Mejuto le perdonó la expulsión. Me parece que Pablo García aún no está descartado.

Lo más visto

Más noticias