En el Bernabéu se vuelve a disfrutar

Otro partido bonito en el Bernabéu, pero de más fuste y categoría que el del Athletic. Porque fue de mayor nivel, contra un rival mucho más íntegro, de poder a poder, sin derecho al sesteo. Un ratito que sesteó el Madrid, le empató el Sevilla, un equipo hecho, que no se afligió, que se estrelló dos veces en los palos de Casillas y que exigió de éste alguna de sus grandes paradas, aunque también es cierto que su segundo gol lo facilitó el propio portero madrileño. En suma, un partido de categoría, que obligó a los dos equipos a no perderle nunca la cara al toro y que no se resolvió hasta el último instante, en el enésimo encuentro entre Guti y Zidane.

Ahí estuvo la belleza del encuentro: en la pareja Guti-Zidane. Con las bandas ocupadas por Beckham (o más bien Cicinho) y Robinho, Guti y Zidane agruparon su juego en la zona de construcción y llegada y lo hicieron de maravilla. El Guti que aparece y desaparece está de nuevo con todas las luces encendidas, y ojalá esta vez sea para siempre. Zidane encuentra en él un socio ideal. Y en ellos dos encuentra el Madrid una producción de fútbol que le falta desde hace años. Ahora es juego elaborado, con visión, con pausa, con retención de balón cuando hace falta, con algún pase milagroso de tanto en tanto. Como el taconazo de Guti a Zidane.

Todo en el contexto de un equipo que corre y se siente fuerte. Este equipo se entrena ahora y eso, que no debería ser novedad, lo es, y resulta importante. Tiene vigor para resistir un alto ritmo con lluvia y frente a un rival serio. Sólo le falta la figura del nueve. Baptista no lo es. Marcaba goles llegando desde atrás. No es especialista en apuntalarse ahí arriba, cosa que sí es Soldado, y esta elección es lo poco que se le puede reprochar a López Caro hasta ahora. En cuanto al Sevilla, poco se le puede reprochar. Perdió porque el fútbol es un juego de instantes y porque enfrente tenía de nuevo a un buen equipo, ese Madrid que está de regreso.

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