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De fracasos y algún que otro éxito

Pocas veces se puede ver a un club (que no equipo) darse un portazo tan grande en las narices. Al Cádiz tan sólo le bastó con hacer un partido aceptable para ridiculizar al Sevilla a las primeras de cambio. Víctor Espárrago revolucionó su once titular en la ida y volvió a cambiar en la vuelta, acertó ayer con los cambios y el puñetazo en el ojo a Juande Ramos no pudo ser más certero. Fleurquin no tuvo rival en el mediocampo ante Jordi y Renato, una decisión de última hora del técnico sevillista cuyo crédito empieza a caer en picado después de dar sensaciones de tirar la Copa. O quizás sin haberla jugado siquiera.

Pero en el primer fracaso del año post-centenario tiene mucho que ver este Cádiz guerrero, que derrochó amor propio a raudales y que bajó a su rival al peor de los infiernos. Una vez más, destrozando (una vez más, y van muchas en los últimos 57 años) la moral de sus aficionados, el Sevilla tira por la borda toda posibilidad de regalar un título de Copa a los suyos. La gente está cansada de tanto fracaso. Y a Juande no se le ocurre otra cosas que apelar al próximo partido contra el Real Madrid. Y es que el fútbol no entiende de estructuras.