Una pequeña trampa para entrenadores

Esta noche (en la Cuatro) hay derby navideño. Homenaje a Gil, personaje polémico donde los haya habido, pero del que en estas fechas navideñas procede más recordar lo bueno, que también lo hubo. Particularmente su vitalidad casi volcánica, su capacidad para volver una y otra vez a intentar lo que no le salía. Y su simpatía en el trato personal. Para aquellos a los que aun así se haga duro un homenaje a Gil, el partido se presenta acompañado de dos causas benéficas, la lucha contra fibrosis quística y un llamamiento contra el racismo. Y en todo caso es un partido entre el Atlético de Madrid y el Real Madrid.

Y eso siempre tiene su miga. Tanta que en estas vísperas veo el encuentro casi como una trampa para los entrenadores, porque a ninguna de las dos aficiones le gusta perder contra el vecino. Ni a la petanca. López Caro está teniendo unos inicios difíciles, con una victoria, un empate y dos derrotas hasta ahora. No es para entusiasmar, aunque no se le pueda culpar de nada. Pero otra derrota esta noche no le ayudaría nada. En cuanto a Bianchi, tiene muy mosca a la grey colchonera y sólo le faltaría que les amargara las fiestas con una derrota ante el Madrid para que la irritación se extendiera. A Bianchi ahora mismo no le sobra nada.

Esa es la sombra que se extiende sobre el partido de esta noche: ninguno de los dos equipos está donde su afición esperaba. En el Madrid eso produce entre las altas instancias del club un nerviosismo desconocido en la historia de la casa, y la guillotina de entrenadores y secretarios técnicos no para. En el Atlético, sin embargo, el club reacciona con una especie de calma perdedora que resulta desquiciante para la afición. Todo eso va a latir en el fondo de este encuentro. Si van al campo, un consejo: vayan con mucho adelanto, porque Gallardón tiene los alrededores hechos un asco. Si no van, recuerden: lo televisa la Cuatro.

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