A Figo le debemos una ovación

Llega el sorteo de los octavos de la Champions, con el Madrid, el Barça y el Villarreal en el bombo, y a uno le entra el hormigueo de un posible choque entre el Madrid y el Inter, de tantas resonancias clásicas y tanto morbo actual. Inter y Madrid han chocado muchas veces en Europa, con distinto signo. Hay una leyenda detrás. Pero sobre eso se alza la figura de los cuatro ex madridistas que hoy juegan en el club milanés, y particularmente la de Figo. El hombre con el que arrancó triunfalmente el florentinato, y cuya salida forma parte de este desconcierto en el que va cayendo aquel Madrid que tanto prometía.

Tengo la sensación de que algo le debe el Madrid a Figo, aunque sea un abrazo de despedida. Con él empezó aquel periodo glorioso, demasiado fugaz, de los galácticos. Su cambio de club impulsó a Florentino a la presidencia y metió al Barça en el gasparismo más confuso. Llegaron el Balón de Oro, dos Ligas, la Champions, la Intercontinental Todo eso acabó de una manera brusca. Unas suplencias, malas caras, una puerta abierta, el Inter. Al fondo y adiós. Si te he visto no me acuerdo. No es forma de terminar una relación que tuvo un alcance y unos efectos muy profundos, sobre los que no hay que insistir.

Un club es un depósito de sentimiento colectivo, y en el Madrid Figo ha sido mucho. Por eso me gustaría ese choque, que permitiría un abrazo, una ovación que el Bernabéu tiene guardada. Figo está diciendo cosas difíciles de digerir por el Madrid, pero que conviene escuchar. Se pueden entender como despecho, pero sería un error. Más bien son un acto póstumo de madridismo, la muestra de que él entendió y creyó en un proyecto del que quienes parecen haber descreído son los que se quedaron, no él. Escuchémosle. Conviene. Y si hoy sale el Inter en el bombo, recibamos a Figo con esa ovación que le debemos.

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