El Real Madrid merece un respeto...

Acosado por sus enemigos de siempre, más por los de nuevo cuño, que los hay, el Madrid comparece hoy de nuevo en el Bernabéu, ante el Getafe, amenaza inquietante por su calidad y por lo que supondrían una equis o un dos esta tarde. Que supondrían mucho porque al Madrid se le escatima el crédito, porque ha decepcionado, porque se le acusa como engolfado en un extravío marketiniano de las esencias del fútbol desde que fichó a Beckham, decisión en la que se quiso ver la negación de todo valor futbolístico. El Madrid sólo quiere vender camisetas. El Madrid es culpable de un delito de leso fútbol, un reo indigno de compasión.

Pero yo nunca lo vi así. Aunque le vaya mal. Yo creo, contra amigos a los que valoro mucho, que Beckham es un gran jugador, con intensidad, fuerza y toque exquisito. Digno de cualquier gran Madrid de cualquier época. Y si atrae el dinero, pues mucho mejor. No veo qué hay de reprobable en eso. Lo reprobable es que el fútbol haya aceptado históricamente ser un derroche desvergonzado. Lo reprobable es un fútbol que no pague a Hacienda, que no pague a nadie, que viva de recalificaciones. Intentar que el fútbol se financie y deje de parasitar a la sociedad no es malo, digo yo. Pero está claro que resulta revolucionario. E inquieta mucho.

Y eso explica tanta leña al fichaje de Beckham y tanta indiferencia a los atropellos arbitrales que el Madrid sufre, que están ahí, y basta cerrar los ojos y hacer un íntimo ejercicio de sinceridad para recordarlo. El Madrid envejece, se entregó a la molicie con Queiroz, cuyo fichaje fue una ocurrencia tan descabellada como confiar a un cabo el desembarco en Normandía, pero merece un respeto por los jugadores que tiene, por su intento de rescatar al fútbol de la morosidad y de Villar (su precio paga), por su propósito de reconstrucción (Robinho, Baptista, Sergio Ramos, Pablo García...). Démosle tiempo y arbitrajes razonables y veamos qué pasa.

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