Zidane iluminó una noche de perros

El partido se presentaba tremendo. Los viejos resquemores entre la Real y el Madrid. Los apuros de Amorrortu para montar un defensa solvente. Los apuros de Luxa para mantenerse en el banquillo del Madrid. La mano al cuello que le ha echado el insensato de su segundo, al revelar a un amiguete brasileño que Guti quiso fumarse el entrenamiento en la víspera del clásico. La reacción de Guti cuando lo supo. La baja de Ronaldo, que gravita sobre estas semanas. El temporal, que arrojó litros y litros de agua sobre Anoeta... Sí, definitivamente, la noche se presentaba tremenda. Y además traía escondido un duende.

El duende se llamaba Vidal Felani y vestía de amarillo. Fabuló un penalti porque sí, en el mejor estilo de Rafa Guerrero, que hace escuela. Si persevera, en unos meses le veremos anunciando algún coche que desde luego no compraré. Su penalti volcó el marcador contra el Madrid, que había merecido ponerse por delante. Por la rabia de Guti, al que los conflictos le alimentan. Por la buena disposición de todos, que encontraban necesaria la victoria. Por la debilidad de la Real, que no está para muchas cosas. Pero el linier aspirante al Gran Hermano VIP de dentro de unos años fabuló un penalti porque sí, porque le plugo. Y Undiano le siguió.

Mucha lluvia, mucha melonada del segundo entrenador, mucha imaginación del linier, mucha fatiga, otro gol de la Real... La galerna se comía a este Madrid que se llevaba al fondo a Luxemburgo. Pero aún había una esperanza. Zidane estaba jugando bien. Zidane volvía a jugar bien. Yo ya no esperaba ver esto, lo confieso. Gatti, Del Bosque y Hermel, sí, y llevaban razón. Y con Zidane en forma todo era posible, y más cuando Luxa decidió meter a Soldado y darle al equipo una geometría natural. Total, empate que salvará a Luxa (aunque espero que no al membrillo de su ayudante) y una noticia mucho mejor: Zidane todavía está ahí.

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