Algo se mueve en el Sur de Madrid

Ajeno a los conflictos de los grandes, los arbitrajes en el caso del Madrid, la fiebre nacionalista en el del Barça, la mudanza del estadio (¿a dónde?) en el del Atlético, un equipo del Sur de Madrid se instala en lo alto de la clasificación de la Liga. Desde ahí mira de igual a igual al Chelsea, a la Juve, al Bayern de Múnich... Por una vez, el sueño del pobre es posible. No sabemos cuánto durará, y de hecho la gente sensata del club insiste en que el objetivo son esos 42 puntos que garantizan la permanencia y cuando lleguemos, ya se verá. Pero están demasiado recientes heroicidades como las del Depor o el Villarreal como para renunciar al sueño.

En todo caso, el ejemplo está ahí. El Getafe no tiene jugadores cuyos fichajes hayan merecido una portada. El presupuesto anual del club es menos de lo que se ha gastado el Madrid en cualquiera de sus tres fichajes de este verano, Baptista, Robinho o Sergio Ramos. Sus jugadores son de distinta procedencia, descartes en muchos casos de entrenadores que no supieron verlos, o de clubes en los que no se daban las condiciones para que ofrecieran su mejor rendimiento. En Getafe han encontrado el microclima preciso y eso les ha transformado. Un ambiente, unos compañeros, un liderazgo, una corresponsabilización. Y a jugar.

No sabemos lo que durará, pero es bonito mirar a lo alto de la tabla y ver ahí al Getafe, expresión de la lucha por la vida del cinturón industrial de Madrid. Hay un premio a la tarea bien hecha. Hay un espacio para los veteranos como Craioveanu que han sabido cuidarse y han podido encontrar quien sepa administrar sus últimas lecciones; o para canteranos del ilustre Madrid que, como Riki, no tenían sitio entre tanto galáctico y necesitaban una portería en la que depositar sus goles; o para jornaleros de la gloria como Pernía, hijo de un ilustre que buscaba su destino. Hay un espacio para todos los que aman la tarea bien hecha: el Getafe.

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