Fernando Alonso, Príncipe del Deporte

Ahí sentado, en un salón solemne, da un aspecto distinto al de cuando le vemos en el cubículo de su Fórmula1, al que para acceder tiene que retirar el volante. Pero el mismo aire calmado y decidido del que sabe qué es lo que busca de la vida. Ahí sentado, en un salón solemne, revestía la dignidad del éxito logrado paso a paso y bien digerido. Contra viento y marea, explotando el talento y la vocación propios, aprendiendo del entorno, tomando fuerza de los desdenes, seleccionando los amigos en los que apoyarse, descartando a aquellos que no le supieron ver, o ayudar, y que ahora lo estarán lamentando, porque se equivocaron de pleno.

Fernando Alonso, Príncipe del Deporte. Sé que algunos ven discutible esta elección, por prematura. Pero en él todo ha sido prematuro y no habrá que extrañarse de que también haya sido el más joven ganador de este premio, como ha sido el más joven en todos los honores de la Fórmula 1, su deporte. Y cuando los años pasen y veamos la relación de ganadores no nos parecerá un impostor, como sí los hay en la lista por causa del criterio en general errático que ha seguido ese jurado, tantos años manejado por un convicto. Cuando los años pasen veremos que sí, que Fernando Alonso dignifica esa relación de premiados.

Viéndole ahí sentado, en calma, evocaba su otra imagen, en ese cubículo del R25, domeñando los más de novecientos caballos de potencia, en medio de un torbellino de aire sacudido a más de trescientos por hora y de impulsos G que tratan de sacarle la cabeza de los hombros. Ahí dentro, sólo con su pasión, con su ambición, inflamado del fuego sagrado que hace grande al deportista, capaz de jugárselo todo por una décima menos en cada vuelta. Todo un mundo de tecnología tras él, pero al final de todo él solo, con su volante, sus cuatro ruedas su voluntad de superación y su riesgo infinito. Sí, es un premio muy acertado. Felicidades.

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