Las raíces del Barça en el franquismo

Hace treinta años (o casi) que murió Franco, pero el Barça aún hunde raíces en aquel tiempo para legitimar su encamamiento con la Federación de Villar y su gente, esa punta de imputados dada a la gran vida mientras puedan. Ayer se presentó un libro sobre el Barça, pobre Barça, y el franquismo. Tengo ganas de leerlo, aunque sé que de momento se ahorra los años que van desde el final de la guerra hasta 1968, inicio del periodo analizado por el libro. Buena ocurrencia. Así alcanzan de lleno el caso Guruceta, el árbitro que pitó un penalti fuera del área en el Camp Nou a favor del Madrid. El colmo.

1968 decía, sí. Yo me acuerdo. Tenía diecisiete años. Entonces el Barça tenía un árbitro con el que le solían ir bien las cosas. Era (es) mallorquín y se llamaba (se llama) Rigo. Figúrense lo perseguido que estaba el Barça que Rigo le arbitró ¡trece! de los treinta partidos de Liga de la temporada. Aún así no ganó la Liga. En vista de eso, Rigo le arbitró al Barça los cuartos de final contra el Athletic de Bilbao, en San Mamés y en el Camp Nou. Pasó el Barça, con quejas bilbaínas. Luego arbitró las dos semifinales contra el Atlético de Madrid, Manzanares y Camp Nou. Pasó el Barça, con grandes quejas del Atlético.

Final: Madrid-Barça en el Bernabéu. ¿Arbitro? ¿Lo adivinan? Rigo. Autogol de Zunzunegui, agarrón de Eladio a Serena en el área que se va al limbo, zancadilla de Torres a Amancio en el área que se va al limbo y finalmente victoria del Barça por uno a cero. Se recuerda como la final de las botellas, por las muchas que los madridistas tiraron al campo. Pero a lo mío: imaginen lo que mandaba el Barça para conseguir eso. Con Franco. Luego mandó más, con Juan Gich i Bech de Careda, gerente del Barça elevado a Delegado Nacional de Deportes por el penalti de Guruceta. Se lo contaré en cuanto pueda.

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