Atragantón inesperado del Madrid

Todo le cuesta al Madrid más de lo preciso. El partido de anoche lo debió haber resuelto antes del descanso y sin embargo pasó las de Caín para escapar a un empate que, si se mira bien, hubiera comprometido muy seriamente su permanencia en la Champions. Casi parecía cosa de brujas. Un buen primer tiempo, con Beckham estelar, una pila de remates y sólo un gol. El canoso Nikopolidis todo el rato por los suelos pero el balón que no entraba. Ya entrará, pensaba todo el mundo en el descanso. Pero donde entró fue en la caja de Casillas, en un violentísimo remate de Kafes, ese que llevaba el uno a la espalda, lejano homenaje a Ardiles.

Y entonces fue el llanto y el crujir de dientes. Entonces fue cuando se vio que el Madrid aún no está hecho, que no tiene confianza, que le falta entereza. Porque esa superioridad clara de la primera parte dio paso a un desconcierto, del que escapaban pocos. Seguía sin haber rival enfrente, pero el Madrid había perdido el hilo, entraba en confusión, llegaba menos, o no llegaba. El panorama llegó a ser inquietante hasta que Luxemburgo, bien en los cambios, metió entre otros a Soldado, un buen cabeceador que se cría en la cantera. A él le metió Beckham una rosca como la que aprovechó Raúl en el primer tiempo. Remate con repetición y gol.

Y quedan las lecturas del partido. Guti sigue dando una de cal y otra de arena. Beckham es mucho más que un vendedor de camisetas. Raúl siempre está y ya lleva 50 goles en la Copa de Europa, uno más que Di Stéfano. Con Ronaldo todo irá mejor. Pablo García cumple. Baptista irá a más. Pero una nota muy inquietante: Robinho se diluye. Nada que ver con el mágico atacante de los tres primeros partidos, atrevido, encarador, entusiasmante. Ahora es una vela apagada que ya no da luz, sino que desprende un humillo de tufo indefinible. Este no es el jugador que fichó el Madrid. Alguien le está aconsejando muy, pero que muy mal.

Lo más visto

Más noticias