Rijkaard decide sacudir el ambiente

El Barça se presenta en el campo del Betis sin Ronaldinho ni Deco. Es la noticia del día... en fútbol. El descanso de estas dos estrellas es el inquietante desenlace de un comienzo del Barça que está dando que hablar, en el que ha habido un poco de todo. Magnífico partido en Sevilla, en la Supercopa. Magnífico también, para mi gusto, en Vitoria, donde Bonano fue héroe por una noche. Junto a eso, algunos flojos partidos, incluido el de Bremen, ganado por pura chiripa. Y una sensación general de que el equipo ha perdido gas, hambre, compromiso, de que se deja llevar por las circunstancias, de que ha perdido rebeldía.

Contratos largos, se dice, y es verdad. Los contratos largos son kryptonita para los futbolistas. El caso más claro es el de Guerrero y los más recientes, hasta estos del Barça, los del Madrid, cuyo desplome también coincide con la firma apresurada de varios contratos largos, en respuesta a la amenaza de Abramovich. No es que los futbolistas necesiten hambre y frío, como los poetas del XIX, para estar inspirados, pero sí ocurre que ponerles el horizonte tan lejos les hace olvidar a donde querían ir. Cruyff siempre estuvo contra estos contratos largos. Ahora dice verlos bien, porque no había dinero para fichajes.

Fichajes, esa es la otra parte del cuento. Todo equipo necesita refrescar algo su sangre cada temporada. Aunque haya ido bien, como fue el caso del Barça en la última. Sin incorporaciones nuevas los papeles están muy repartidos, los titulares no se sienten amenazados, la plantilla se amuerma porque cada cual tiene su sitio y faltan otras caras que varíen el ambiente. Van Bommel y Ezquerro, fichajes gratis, no han inquietado aún a nadie. Por eso ahora Rijkaard decide sacudir el ambiente con esta inesperada puesta en marcha de la rueda de rotaciones. No sé qué pasará hoy, pero desde luego ha sacudido el ambiente.

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