Los árbitros se han puesto en evidencia

Se reunieron los árbitros el domingo por el bien del fútbol y de esa reunión no salió ningún bien. Fijaron tres puntos. El primero, urgir al CSD a que adelantara para ayer una reunión que tenía prevista para mañana, a lo que el CSD hizo oídos sordos. Primer ridículo. El segundo, pedir a su propio Comité Técnico, es decir, a sus propios convocantes, que designaran los árbitros para la primera jornada (como medio de sabotear el triunvirato acordado por la normativa vigente, a fin de enredar) cosa que sorprendentemente no se ha hecho. Segundo ridículo. El tercero, respaldar a la Federación. Ahí está la miga. En que militan en una guerra de poder.

Porque lo que se está sustanciando entre la Liga y la Federación, además de los cinco millones para Segunda B, es una guerra de poder. La guerra por quién designa a los árbitros. Si lo hace la Federación, o un triunvirato en el que entrarían un personaje de la Federación, uno de la Liga y uno consensuado entre ambos. De tiempo inmemorial se piensa que quien tiene el poder de designar los árbitros tiene el poder sobre el fútbol español. De tiempo inmemorial se sabe que progresan los árbitros que se confunden como conviene al poder. Pero nunca hasta ahora habían sido tan explícitos al respecto los propios árbitros.

Hay una guerra entre esa Federación que indulta al Barça tanto si se retira de la Copa como si abriga bestialidades en el Camp Nou, y una Liga en la que el Madrid trata de crear un contrapeso, una Liga que votó contra Villar y que entre otras cosas pretende una designación de árbitros más civilizada. En esta guerra no deberían haber entrado los árbitros. Deberían partir de la base de que ellos actúan con justicia ciega, mande quien mande. Si de verdad se sintieran neutrales, seguros y capaces, ¿qué se les daría a ellos de quién designara? ¿Por qué tendrían que sentirse implicados en ello? Su militancia les delata y les avergüenza.

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