El Barça sigue estando como una moto

Ya se puede apretar bien los machos el Madrid, porque el Barça sigue como se marchó, o aun mejor. Mantiene el funcionamiento y la ilusión, mantiene el movimiento contacto de desmarque y la solidaridad en el juego, mantiene a Ronaldinho con todas las luces encendidas y a todos sus titulares en perfecto estado de forma. Además recupera lesionados (Edmilson impactó con su juego, ocupando la plaza de Márquez, con México), ha incorporado a Van Bommel y por ahí anda Messi. Le bastaron los primeros sesenta minutos de esta Supercopa, que se disputa a 180, para hacerse con el título. El partido de vuelta será un trámite.

Quizá es que el Betis tenía la cabeza más en su compromiso con el Mónaco, que le puede llevar a la Champions, que en esto. Quizá. O quizá es que el Betis, con muchos cambios en el medio campo, está por cuajar de nuevo un funcionamiento. Quizá. Pero sobre esas consideraciones se eleva la categoría imponente del juego del Barça, la constante agitación que supone Ronaldinho, esas combinaciones indefendibles que dieron lugar a los dos primeros goles. El fútbol en su versión más hermosa, ofensiva y ganadora que existe. Lástima que no toda España pudiera ver el partido, porque un fútbol así es patrimonio de todos.

Hoy le toca comparecer al Madrid, en Budapest, en homenaje a Puskas, cuya cabeza ya no está con nosotros, pero su recuerdo sí. Un recuerdo que debería servir como acicate al Madrid para soltar una exhibición que equilibre los efectos que produjo la de anoche del Barça. Las temporadas empiezan a ganarse en las pretemporadas, por el efecto moral que producen en todo el club. Buenos partidos, buenos resultados, crean confianza. Lo contrario crea dudas, cambios, malestares y corrosión en el ambiente. Hoy, a falta de Robinho, estarán todos. Será una buena prueba de toque para ver lo que da de sí este nuevo Madrid.

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