Arturo Casado llega en buena hora

Arturo Casado llega en buena hora

Veintidós años y quinto del mundo en una prueba emblemática, los 1.500. Arturo Casado es la novedad feliz de nuestro atletismo, que muestra, por contra, su cara alicaída en el trotecillo oprobioso de Reyes en la última recta y en la bronca de Paquillo con Odriozola nada más ganar su medalla de plata. No sé lo que aún nos pueden deparar estos Mundiales de Atletismo. Todos tememos que ya bastante poco. Que las seis medallas que pronosticaba Odriozola serán casi imposibles. Pero al menos van a quedar para el recuerdo las tres carreras de Arturo Casado, su soltura el primer día, su defensa de la cuerda en la semifinal, su casta en la final.

Hay algo de extraño en su tipo y de heterodoxo en su estilo, pero eso no empaña el aire seguro y poderoso de su zancada, la sensación de energía bien administrada, de capacidad competitiva, de novedad ilusionante para el atletismo español, que me temo que va a tener que agarrarse a él con fuerza. Porque hace ya algún tiempo que en las categorías juniors no se ven los resultados que sería de desear y porque el parón de Reyes, feo e injustificable por otra parte, viene a ser el anuncio del adiós de una generación grande, que ha dado victorias y satisfacciones, pero detrás de la cual no se ha sabido crear un relevo.

Me supo mal la actitud de Reyes, por lo que tuvo de síntoma de abandono. Como me supo mal que la plata de Paquillo llegara envuelta en bronca. Y, por cierto, me llamó la atención que Odriozola, de natural tan atrevido y belicoso, no saliera en persona a cruzarse en la polémica sino que se remitiera a un comunicado, poco convincente, por otra parte. ¿No puede Paquillo tener un entrenador polaco y sí podemos confiar nuestra principal esperanza de medalla en lo que queda en un saltador venido de Cuba? Algo no cuadra. Algo se está deteriorando en un deporte emblemático. Por eso pienso que Arturo Casado llega en buena hora.