Pérez y el Patrimonio de la Humanidad

Pérez y el Patrimonio de la Humanidad

Florentino está crecido, no hay duda. Tomás Roncero fue a entrevistarle a Mallorca, en su nuevo barco, y se trajo entre otras esta frase: "El Madrid es Patrimonio de la Humanidad". Digna de ser esculpida en el mismo mármol que merecería la que Butragueño dedicó a su hoy eufórico presidente: "Florentino es un Ser Superior". Una frase avala a la otra, si bien se mira. Sólo un Ser Superior puede administrar un Patrimonio de la Humanidad. Y viceversa: un Patrimonio de la Humanidad sólo puede dejarse en manos de un Ser Superior. Tamaña tarea no puede ser dejada en manos de un tipo común. Sería una irresponsabilidad.

Está eufórico Florentino. Ha vuelto por sus fueros, una vez fichados a Baptista y Robinho y comprobado el efecto que esa doble adquisición ha hecho en el madridismo. Ahora disfruta en el Mediterráneo, mientras escucha indolente las peticiones para reforzar la defensa. (El pueblo es insaciable, ya se sabe). Pero él sabe bien que ha restablecido su crédito, dañado no tanto quizá por la falta de títulos como por el desconcierto en que se había movido los últimos doce meses, que abarcan la salida de Valdano, la contratación de tres entrenadores y dos centrales, la marcha de Etoo al Barça y el pifiazo en el pretendido fichaje de Vieira.

Fueron las elecciones, sin duda. Florentino conservaba un miedo tenebroso a Lorenzo Sanz y eso le llevó a una pila de decisiones populistas en las que él mismo no creía. Ganó las elecciones por un margen tremendo, pero perdió ese aura de tipo original, firme y seguro que le había encumbrado. Ahora vuelve a ser él mismo y aunque lleva dos años sin tocar metal noble ve florecer su nueva ciudad deportiva y ha reconstruido un equipo que vuelve a entusiasmar a los aficionados. Tan feliz se encuentra que incluso se dispone a ser magnánimo con Hierro, ese borde multirreincidente que le amargó la última Liga y luego le sacó los cuartos.