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En la vida de Alonso hay un adoquín

En la vida de Alonso hay un adoquín con el que tropieza de cuando en cuando: se llama Ralf, se apellida Schumacher y se le conoce como El Hermanísimo. Que el asturiano tuviera que salir ayer detrás de él nos llenaba de malos presentimientos, que se cumplieron de pleno. No hubo que esperar mucho: fue en la primera curva, en la que El Hermanísimo entró pasado, se aturulló y acabó encerrando a Alonso, que salvó la colisión como pudo, pero no consiguió evitar que el alerón delantero se le dañara tan seriamente que acabó desprendiéndose antes de acabar la primera vuelta. Total, parada para cambiarlo y a la cola.

Y en cola rodó, tristemente, el resto de la carrera. El coche no iba bien, además, porque no encontró los reglajes para el circuito de Hungaroring en todo el fin de semana y porque el incidente con El Hermanísimo produjo pequeños desajustes, complicación sobre complicación. Así que tocó rodar atrás, con la remota esperanza de acabar en los puntos y con el objetivo cierto de terminar en un puesto honorable que le permitiera salir lo mejor posible en las pruebas de calificación de Estambul. Mientras, de la cabeza llegaban malas noticias: Raikkonen, primero, Schumacher, segundo. Montoya, que podía haberles quitado puntos, abandonó.

Para más inri, El Hermanísimo dobló a Alonso y subió al podio. Para mí, la carrera más amarga de esta temporada triunfante, pero esto es así. Es un campeonato de regularidad que penaliza cualquier error. Esa salida de pista en la última curva de la calificación quizá le costó a Alonso salir tras Ralf, con las consecuencias que hemos visto. Ha sido su segundo error en la temporada. El anterior fue en Canadá, cuando se fue contra el muro. Las únicas dos veces que no ha puntuado, si no contamos Indianápolis. Aquí no se permiten errores. Alonso sólo ha cometido dos, y por eso va el líder con veintiséis puntos, a falta de seis carreras.