Comprar centrales no es buen negocio

Comprar centrales no es buen negocio

Florentino se resistió durante tres años a la demanda general de comprar un central y al cuarto cedió. Y por partida doble. Compró a Samuel y a Woodgate, por 47 millones en total y con los resultados que hasta ahora hemos visto. Samuel se vuelve a Italia por ocho millones menos de lo que costó y Woodgate sigue ahí, listo para jugar dentro de unas semanas. Como desde que llegó: en unas pocas semanas. Ya no son tan pocas, son cincuenta y tantas, un año largo. "No ha fichado por un mes, sino por cinco años", decían hace un año. Ahora habrán de admitir que, como mucho, habrá fichado por cuatro años, no por cinco.

Alguna oscura intuición le hacía a Florentino desconfiar de invertir en la parte de atrás. La calidad siempre es más rentable. En eso tiene razón. También vino Owen hace un año, por doce millones. Pareció un fichaje triste, que no cubría la decepción por el pinchazo con Vieira, pero ahí ha estado, ha marcado goles y tiene un buen mercado. Cuando esté cerrado lo de Robinho el Madrid lo venderá y habrá dejado en las arcas del club un dinero además de los goles, mientras que Samuel deja pérdidas y un reguero de tarjetas amarillas y rojas. Al fin y al cabo, un Balón de Oro es un Balón de Oro mientras que un central sólo es un central.

Y no se trata de machacar a Samuel. En Italia funcionaba, sólo que el trasplante era difícil. Demasiado lento para el Madrid, demasiado flojo técnicamente. En Italia defienden cinco contra dos. En el Madrid defienden dos contra dos, o contra tres. Lo extraño es que el Madrid picase en eso, sin hacer un análisis esencial. Cuestión de las prisas por las elecciones. Sergio Ramos se adapta mucho más a las necesidades del Madrid. Es joven, sí, pero firme y resuelto. Lo difícil después de esta experiencia será fijar su precio, porque Del Nido se basará precisamente en la tarifa Samuel, que Florentino tiene muy en cuenta... pero en sentido inverso.