Acabaron con el mito de los chistes

Dicen que va un catalán por la calle y se encuentra a un amigo que le pregunta: ¿Dónde está el anillo de casado? Y le responde sin pensarlo: es que esta semana le toca llevarlo a mi esposa. Gracioso, ¿eh? Otro. Le pregunta un amigo vasco a otro catalán: ¿diste de baja la tarjeta de crédito que te robaron? Éste le responde: No, ya que el caco gasta menos que mi mujer. Festival del humor. Pues bien, para que se hagan una idea, estos dos chistes podrían ser un fiel reflejo de cómo se han hecho las cosas en Montjuïc (como buenos catalanes que son) en los últimos años. Sólo cuando la coherencia económica y el gusto futbolístico han encontrado un punto medio, los resultados han comenzado a llegar al Estadi Olímpic.

Por ese motivo, porque llegar a la UEFA le costó a mucha gente algo más que un sobresalto, los dirigentes, la gente de pasta del Espanyol (que hay mucha y con muchos ceros en sus cuentas corrientes) han decidido dar un giro a la nefasta política de inversión deportiva llevada hasta hace nada. Como si hubieran descubierto que la calidad en el campo se tiene que pagar en el banco, los millones de euros van que se tocan. Entre los recursos del club, la estrategia de un grupo de inversores, y un potente agente inmobiliario catalán que patrocina la camiseta del club (Grup Tarradellas) han convertido la aventura de hacer una plantilla en un sueño para los todos los pericos.

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