Bueno, pues Robinho ya es del Madrid. Al final el Santos lo suelta por la cláusula. O mejor, por el 60 % de la misma, que es el porcentaje de propiedad del jugador que correspondía al club. La cláusula total es de 50 millones de dólares, de modo que el Santos cobrará 30 millones, que en euros equivalen a 24,5. La parte que corresponde al jugador y a su agente se supone que la perdonan estos, aunque ahí veo cierta nebulosa. Al final, el jugador se ha ido mucho más allá de los quince millones pactados en principio, pero es que en estos meses ha ganado notoriedad en progresión geométrica y en Brasil se hizo toda un causa nacional en torno a él.

Para mí es una gran adquisición. El precio es caro si se compara con lo que costó Beckham, pero muy barato si se piensa en Samuel y Woodgate, comprados hace un año por la cláusula de Robinho y que hoy trotan como almas en pena por Las Rozas. Para mí, Robinho es junto con Cristiano Ronaldo el atacante con más futuro de la última generación, y a su buen juego hay que añadir un plus de encanto personal y de espectacularidad en su fútbol que le harán muy querido en el Bernabéu. Es verdad que el trasplante a su edad a un superclub europeo es arriesgado, pero con Luxemburgo, que le tuvo hasta hace nada, ese riesgo se minimiza.

Hasta ahora Florentino había fichado estrellas en su máximo esplendor, con sólo dos o tres temporadas a tope por delante. Figo y Zidane se han ido cayendo y todo el equipo ha adquirido con ellos un aire lentón y envejecido. Ahora apuesta por un jugador emergente, con diez años por delante. Su llegada no le da tanto golpe de prestigio al club como la de los anteriores galácticos, pero al equipo le da velocidad, regate y futuro. Es exactamente lo que ahora necesitaba el club para cambiar ese aire envejecido por un tono más alegre y dinámico. Y para discutirle al Barça la patente del fútbol alegre, que consiguió con Ronaldinho.