"Ni un kilómetro a rueda de Discovery"

Me gusta Óscar Pereiro y estoy por decir que su victoria de etapa en Pau, llegada clásica donde las haya, me ha sabido tan bien como la de Valverde en Courchevel. Aquello fue el alumbramiento de un nuevo hombre-tour. Esto ha sido el premio a un grandioso luchador, a un ciclista incapaz de especular, nacido para las gestas. Lleva todo el Tour moviéndose. Ya hace algunas jornadas, antes de lo de Saint Lary Soulan, le escuché en una entrevista en radio en la que le preguntaban por qué arriesgaba tanto: "A mí no me vais a ver pedalear ni un kilómetro a rueda de Discovery Channel. Yo no he venido al Tour para hacer eso, sino lo mío."Ayer estaba justamente exultante. Tras su derrota mano a mano ante Hincapié en la etapa reina de los Pirineos se había sentido tachado de pardillo. Pero no hay tal. Lo que hay es un luchador generoso, atrevido, un hombre que acude al Tour con la idea de satisfacer a su patrocinador, que le paga, a los aficionados, que le esperan, y a sí mismo, que no se concibe de otra manera porque es un peleador de la ruta. Su tenacidad nos ha compensado la abrupta retirada de Valverde y a los que rebuscamos en la memoria o en la historia del Tour nos ha refrescado viejos éxitos en Pau: Etxeberria, Murguialday, Perico, Pedro Torres, Bahamontes, Berrendero...

Y hablando de historia, amo el Tour entre otras muchas cosas porque es respetuoso con su pasado. Ayer se subió el Aubisque (Pereiro subió como una moto, le recuperó cuatro minutos a Evans) y el Tour homenajeó, en la figura de su viuda, al primer hombre que coronó en cabeza esa cima: Vicente Trueba, La Pulga de Torrelavega. Fue en los lejanos años treinta. ¡La de veces que me habrá hablado mi padre de él! Su figura fue lo que volcó la atención española hacia el Tour y sus míticas montañas, fijando para siempre nuestra forma de entender el ciclismo como un deporte heroico, de cuestas y gestas. Como el que practicó ayer Pereiro.