Valverde y las viejas buenas tradiciones

Bueno, pues Valverde se bajó de la bicicleta y nos dejó huérfanos de Tour. Paco Mancebo se quejó amargamente ayer en al SER de que a él no se le hace caso, y tiene razón. Tendrá que ganárselo y ahí tiene los Pirineos para sustituir en nuestro corazón y en nuestras sobremesas a Alejandro Valverde, en quien habíamos depositado todas nuestras complacencias. Su salida tiene algo de inesperado y absurdo: un golpe en la rodilla con el manillar. Un golpe el martes 5, que no le impidió batir a Armstrong el martes 12 en Le Courchevel, pero que luego empezó a dolerle tanto y tanto que ha acabado por bajarle el viernes 15 de la bicicleta.

Esto sigue respetuosamente las tradiciones de nuestros grandes del Tour, todos los cuales alternaron días gloriosos con decepciones supinas. Bahamontes mismo era Cagancho. Un año ganó el Tour y el siguiente abandonó por una enfermedad que él llamó limaquillo, de la que la ciencia oficial sigue sin ofrecernos descripción. Perico sufrió una caída, un pajarón y un abandono por fallecimiento de su madre en los tres tours anteriores al que ganó, en los que ya amagaba algo grande. Y al siguiente al que ganó llegó tarde y salió con casi tres minutos de atraso. Ocaña se cayó en Mente cuando por fin tenía contra las cuerdas a Merckx.

Y muchos antes y después, desde Vicente Trueba hasta Beloki, pasando por el Tarangu Fuente. El único que no honró esa tradición fue Indurain, cuya perfección casi mecánica nos hizo sentirnos asombrados. El día que conocí a Eusebio Unzue me dijo que Indurain sería en un futuro ganador de tours. Le llevaron a su primer Tour para retirarle la primera semana, al segundo para retirarle tras la segunda semana y el del momento del que hablo lo iba a completar, sin exigencias. ¿Habrá tras lo de Valverde una programación así? No lo creo. Yo pienso más bien en el limaquillo, en el regreso a las viejas buenas tradiciones...