Ante la nueva refundación del Atlético

Me parece que fue Churchill quien dijo que Los Balcanes producen historia a más velocidad de la que podían digerir. La frase me vale para el Atlético, metido en un torbellino de sucesos permanente, siempre dispuesto a autodestruirse y a refundarse. Con una capacidad única de crear ilusión después del último incendio y con una capacidad igual de incendiar rápidamente la obra reconstruida. Pero en cualquier caso, cada verano es una ilusión nueva, que parte de la sensación de que lo que se va a ver a partir de septiembre va a ser una cosa totalmente nueva. Un verano más estamos en eso. Sobre todo por las figuras de Bianchi y de Kezman.

Me gusta Bianchi. Me llamaba la atención ya como jugador, cuando era un goleador terriblemente expeditivo. Un jugador poco argentino, al menos para los gustos de la época. Muy europeo. Por eso triunfó aquí (a estos efectos Francia es aquí) y sin embargo no pesó en la selección de su país. Como entrenador ha demostrado una gran mano, sobre todo en Boca Juniors. Y pienso que al Niño Torres le puede venir muy bien, porque al Niño sólo le falta mejorar en una asignatura que Bianchi domina muy bien: la serenidad y la precisión para batir al portero cuando se planta ante él. Mejorando en eso, hará doce goles más por temporada y será de verdad un grande.

Y también me gusta Kezman. Tiene esa mirada lobuna de los goleadores centroeuropeos. Su aire de asesino en serie le hace también parecerme un buen compañero para el Niño, en cuya expresión algo ingenua está parte de la explicación de sus problemas para matar a los porteros. Luego está Maxi, un revoltoso constante y sacrificado, y el flamante Petrov acaba de completar el cuadro de ataque. Por poner un pero, diría que en el eje del equipo puede faltar una pieza sólida. Luccin se me queda un poco corto y para Gabi quizá sea demasiado pronto. Y un deseo: que la polémica por el traslado de estadio no genere más confusión de la ya habitual en el club.

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