Este año el Chelsea no mueve el mercado

El baile europeo de fichajes es triste este verano. En realidad, le falta el primer impulso, la fuerza motora de alguien que eche dinero al mercado y lo ponga a rodar. Durante cuatro años fue el Madrid. Recuerden que los once mil millones de Figo los puso a rodar inmediatamente Gaspart, con magníficas consecuencias para el mercado aunque pésimas para el propio Barça. El año siguiente fue Zidane, comprado a la Juve; luego, Ronaldo al Inter; finalmente, Beckham al Manchester. Cuatro torres, cuatro galácticos. Y aún le quedó impulso al Madrid el año pasado para poner a circular otros sesenta millones, en las operaciones Samuel, Woodgate y Owen.

Cuando el Madrid aún no había perdido fuerza apareció el Chelsea, que se gastó 150 millones hace dos veranos y una cantidad próxima el pasado. En dos años puso a rodar 300 millones, y el que le vendió algo compró a su vez a alguien que también compró y así sucesivamente. Había agua para todos. Pero este año se ha quedado en Del Horno (doce millones para un club no comprador, el Athletic, que los empleará juiciosamente en sanearse). El Madrid ha comprado dos jugadores de complemento y por ahora eso es todo. Lo de Gerrard ya se sabe que ha volado. Lo de Robinho se quedará en Brasil, y si acaso circulará por allí, como lo de Diogo por Argentina.

Cuatro torres en La Castellana y un millonario ruso. Éso era todo. Cuando el dinero de las torres se ha acabado y el millonario ruso ya tiene el equipo que buscaba, el fútbol europeo se ha quedado sin su maná. Por sí mismo no produce tanto como gasta, así que se mueve poco, y siempre en plan de tú me fías, yo te presto y ninguno ponemos un duro. El último estirón fue la tecnología digital, que permitió la multiplicación de canales y el pay per view. Eso elevó mucho las posibilidades de ingresos de los clubes, pero éstos se apresuraron a elevar más todavía su nivel de gastos, a lo que les ayudaron entusiastas intermediarios. Ahora necesitamos más torres u otro millonario ruso.