Que lo de Indianápolis quede en el olvido

Vuelve la Fórmula 1 tras la cantada de Indianápolis, y vuelve no sin cierta polémica, que alcanza a nuestro as nacional: Fernando Alonso. Ya saben: Renault le ha incluido una pegatina pro París 2012 en su coche. Es un detalle de mal gusto, dado que el corredor es español y la capital de su país tiene también la aspiración de organizar esos Juegos. A Alonso no le ha hecho gracia y para que nadie tenga dudas de con quién está su corazón ha sido muy explícito sobre el asunto: "Ojalá gane Madrid y la pegatina se la coman estos". ¿Qué otra cosa podía hacer? Se debe a su marca y tendrá que correr. Pero se ha dado el gusto de decir lo que piensa.

Olvidémoslo y disfrutemos de la pole de Alonso y de la transmisión, y aprovecho para felicitar a Telecinco por lo bien que nos las presenta. Y hagamos augurios por una buena carrera, que se necesita mucho después de lo de Indianápolis. De aquello fue tan malo el efecto, la carrera de seis, como lo que reflejó: un evidente cruce de tensiones y rencores, que impidió que se viera clara la situación por parte de unos y de otros. Menos mal que al final no hubo sanciones, que de nada bueno habrían servido. Hubieran contribuido a prolongar los malestares y los recelos entre esos bandos tan patentes en el Circo: Ecclestone y Ferrari por un lado y los demás por el otro.

Y bien mirado, todos hicieron allí lo que debían, una vez habida cuenta del monstruoso fallo de Michelin. Los Bridgestone debían correr, claro que sí. Con ellos no iba. Los Michelin no podían correr, por falta de seguridad y porque eso de catorce coches a doscientos por hora y seis a trescientos en una misma curva no podía acabar bien. La FIA no podía, sobre la marcha y tras la calificación, cambiar el recorrido con una chicane. Todos sufrieron una fatalidad, una causa mayor, de la que fue culpable Michelin,que ha devuelto el importe de las entradas. Un mal día, pero nada que deba prolongar los rencores. Pelillos a la mar y que veamos una gran carrera.