Última oportunidad de batir a Armstrong

Lo ha dicho Armstrong: "Es la última oportunidad para los que me quieran ganar". Este será su último Tour, que aspira a convertir en su séptima victoria consecutiva. Aquellos cinco de Anquetil, Merckx, Hinault e Indurain quedaron atrás. El monstruo americano desafía desde su record al pelotón, con lo que ofrece de salida un atractivo máximo a la que para mí ya es de por sí la más atractiva de las pruebas deportivas. El Tour de Francia, un hermoso rito del deporte, fiesta de la vieja Europa, una especie de celebración colectiva del verano, de las vacaciones, del deseo de salir al aire libre, a disfrutar el sol y el paisaje. Y un desafío a los límites del hombre.

El deporte moderno es un invento inglés, pero nadie como los franceses ha sabido crear competiciones y liturgias que lo embellecen y lo hacen universal. A nuestros vecinos les debemos entre otras cosas la recuperación de los Juegos Olímpicos, la Copa del Mundo de fútbol, la Copa de Europa y el Tour de Francia, un viejísimo desafío que ya ha pasado de los cien años. El impulso de un periodista progresista y visionario, Henry Desgrange, hizo posible esta prueba loca que desafiaba la capacidad de las máquinas de entonces y de los hombres de entonces y de hoy. Su prestigio extendió el uso de la bicicleta y derribó límites entonces tenidos por inamovibles.

Ahora arranca de nuevo el pelotón, con un recorrido sincopado, que parece pintado por alguien con hipo, porque casi ninguna etapa empieza donde acabó la otra. ¡Tan distinto de los viejos trazos, largos y continuos, de Desgrange, que realmente rodeaba Francia en etapas descomunales, sin piedad! Pero hoy los sencillos transportes permiten ese truco de ciudades-llegada y ciudades-salida, más dinero para la organización y más poblaciones para disfrutar de los ciclistas. Arranca con Valverde, Mayo y Heras como nuestras grandes esperanzas para derribar al dragón Armstrong. ¿Podrán? Si Alonso acorrala a Schumacher, ¿por qué no alguno de ellos a Armstrong?