Robinho y el taxímetro del Santos

Robinho juega esta noche la final de la Copa Confederaciones, televisada al planeta entero. Hace tiempo que lo doy por jugador del Madrid, y lo mismo Florentino, de manera que una exhibición del joven delantero me resulta de lo más apetecible desde la perspectiva de un fútbol, éste, que lo va a acoger dentro de poco. Pero para Florentino el partido de hoy es un arma de doble filo. Un Robinho triunfante en un choque de esta categoría embellecerá el fichaje, pero al mismo tiempo lo encarecerá. Y este es un fichaje que se pactó en noviembre y que desde entonces ha ido experimentando incrementos al alza en el precio. Y el Madrid ya está incómodo.

Ha sido un caso de mala suerte para el Madrid. Primero se pactaron quince millones y las partes estuvieron de acuerdo; pero cuando el fichaje estaba a punto de firmarse sobrevino el secuestro de la madre del jugador, que duró semanas. Eso aconsejó retrasar la firma, por prudencia y buen gusto. Una vez normalizada la situación el Santos elevó el precio a dieciocho, pretextando que aquella circunstancia había hecho que la afición del Santos se encariñara más con el jugador. El Madrid prefirió esperar, pero resultó que, superado el trance del secuestro de la madre, Robinho empezó a jugar cada vez mejor, a hacer más goles, y ganó una nueva Liga con el Santos.

Y el Santos, con el taxímetro en marcha. Y ahora la ausencia de Ronaldo, que no ha querido ir a la CopaConfederaciones, le ha hecho titular con Brasil y ha lucido ante todo el mundo. Y el Santos, con el taxímetro en marcha. Y en Brasil se ha hecho de él un símbolo de la fuga de talentos, algunos jovencísimos, y hasta se le ha pedido a Lula que lo retenga. Y el Santos, con el taxímetro en marcha. Como además alguien ha recordado los veinticinco que el Madrid pagó por Samuel, sentando una estrepitosa jurisprudencia en materia de precios de futbolista, lo pactado se ve muy lejano y caduco. El jugador quiere venir y vendrá, pero el Madrid lo tendrá que pagar caro.

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