Tres personajes en busca del gol

Goles son amores y no buenas razones. Todo lo que necesita la afición española son goles que la saquen del aburrimiento y la desconfianza, que la hagan saltar del asiento en el estadio o del sillón en casa, que le den a la Selección victorias, optimismo, la cabeza del grupo y confianza para ir al Mundial con cara de ser alguien. Esos goles que marcaba Raúl y ya no marca, esos goles que le cuestan tanto al Niño Torres, más todavía en la Selección que en el Atlético, esos goles que ofrecen Luque y Villa pero no terminamos de aceptárselos. Esos goles que Luis marcaba ayer en tiros libres, por encima de los muñecos, para matar la nostalgia.

Desde que está este seleccionador España ha marcado diecisiete goles en diez partidos. No estaría mal si olvidáramos que cinco de ellos (escasos para la ocasión) se los hicimos a San Marino, esforzada selección que representa a un país de veintipocos mil habitantes. De los doce que quedan, seis se los ha marcado, a partes iguales, a Venezuela y China, que tienen muchos más habitantes (sobre todo la segunda), pero poco sabor futbolístico. En partido de verdad, con enjundia, ante rivales de algún caché (tampoco demasiado) España ha marcado poquitos goles: dos a Bélgica, uno a Inglaterra, Lituania, Bosnia y Escocia.

Luis y sus jugadores tienen esta noche la obligación inaplazable de marcar y agradar porque, no nos engañemos, esto no da mucho más de sí. Y esa necesidad aprieta más que a nadie a tres paisanos míos, Luis, Raúl y Torres. Ya empieza a rodar por ahí la impresión de que este equipo está secuestrado por un madrileñismo consentido por la gran prensa de la capital. El efecto Clemente-Zubizarreta-Julio Salinas está a punto de reproducirse en ese trío que carga con la mayor responsabilidad en un equipo que no arranca porque le falta el fuego del gol. Menos mal que para compensar esas sospechas tenemos a Casillas.

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