Ronaldo hizo que pareciera posible...

Lo dijo Roberto Carlos: "Ese partido no cuenta", refiriéndose al de Anoeta. Efectivamente, no cuenta. El Barça es campeón, tiene la copa a buen recaudo y ya hace fichajes (Van Bommel, Ezquerro), y planifica sus renovaciones (Etoo, Ronaldinho), para intentar que ese título no sea flor de un día. El Madrid lo intentó, pero no pudo. La carrera terminó con el gol de Baptista en Sevilla y los minutos basura (en el más estricto sentido del término) del Ciudad de Valencia, que al Barça le valieron el título y al Levante le encaminaron al descenso. El Madrid arrancó su persecución cuando estaba a 13 puntos del Barça y la caza llegó a parecer posible.

Mirado fríamente, era una empresa inverosímil. Con su magnífico juego y su protección arbitral, el Barça no tenía nada que temer. Y sin embargo, temió. Temió la afición, temió el club y temió la plantilla, excepción hecha de Puyol y Deco, que mantuvieron el pulso del grupo. Y es que un hombre, un jugador especial, hacía que el imposible pareciera posible: Ronaldo. Su actuación en este último tramo de Liga, su manera de acumular goles, la seguridad ciega que inducía en su equipo y en su afición, comparables al terror que provocaba en los rivales, me parece el hecho más notable del campeonato. Ronaldo sigue ahí. El mejor Ronaldo.

No hay jugador como éste en el mundo, con tal poder devastador para transformar los partidos. Un día me lo definió así Eduardo Torrico: "Es como tener la bomba atómica: si la guerra te va mal, la tiras y se acabó". Ahora que el Madrid tiene que reconstruirse y Florentino se está metiendo en un laberinto de dudas conviene que se recuerde que obtuvo sus mejores resultados cuando apostó por la grandeza y que nadie ha expresado mejor esa grandeza que Ronaldo. Y que de los galácticos es el único cuyas facultades se mantienen al cien por cien. El único que pudo hacernos sentir que la caza era posible.

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