Esto es un Mundial de regularidad

El Mundial de Fórmula 1 es largo, lo mismo que la Liga de fútbol. Conviene recordarlo, como conviene recordar que de las seis carreras disputadas hasta ahora, Fernando Alonso ha ganado tres y ha sido una vez segundo, otra tercero y otra cuarto. Mónaco es la primera carrera en la que se baja del podio, pero se ha quedado a un paso de él. Y atesora 49 puntos sobre 60 posibles, lo que es una enormidad. Lo digo porque nos estábamos acostumbrando tan mal que ya pensábamos que le iban a dar el título a Fernando Alonso cualquiera de estos días, por falta de competitividad de sus rivales. Pero no. Esto va a ser largo y apasionante.

La buena noticia es que Schumacher ni está ni se le espera. Van pasando las fechas y el binomio Ferrari-Bridgestone no despega y el heptacampeón Kaiser se va hundiendo en el anonimato de la tabla, después de su amenazadora aparición en Imola. La mala noticia es que Raikkonen sí está, su McLaren-Mercedes vuela y en las dos últimas carreras ha estado intratable con su doctrina del maximum attack. ¿O no tanto? En la tanda de clasificación de la mañana de ayer Alonso marchó mejor. En la del sábado no, porque le tocó pagar más que nadie las dudas que creó sobre el estado de la pista el accidente de Ralf Schumacher, el hermanísimo.

Sin eso, y visto lo de ayer por la mañana, quizá Alonso hubiera hecho pole. Y si hubiera hecho pole, probablemente la historia hubiera sido otra. Y si no se hubiera organizado la montonera, quizá el desarrollo de la carrera hubiera sido otro y hubiera sido al menos segundo. Lo que quiero decir con todo ello es que cada carrera está llena de pequeños detalles, que favorecen a unos y perjudican a otros. Y al final de la temporada lo que se premia es la regularidad y la conducción. Y ese Alonso sin ruedas traseras, aguantando varias vueltas a Heidfeld y Webber y luego resistiendo a Montoya y su tren perseguidor, sacó ayer cinco puntos que valen oro.

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