Alonso empieza a sentar sus reales

Montmeló se agita ya ante el acontecimiento del domingo: el Gran Premio de España de Fórmula 1. Y las vísperas se han avivado con una polémica ruidosa. Alonso, ni corto ni perezoso, acusó a BAR-Honda y a Ferrari de hacer trampas. En el primer caso, no hay duda. Lo que ha hecho BAR-Honda, con su burdo sistema para enmascarar la falta de peso, es una simple y triste chorizada. Y es justo que la escudería quede apartada por dos carreras. Lo de Ferrari merece quizá alguna matización. Lo de ellos no es exactamente trampa, pero sí una conducta desleal al no suscribir un pacto colectivo de limitación de entrenamientos.

Un pacto necesario para todos, necesario para que los gastos no se disparen. Algo así como el tope salarial en la NBA. Pero Ferrari, que tiene circuito propio y dinero para aburrir, no suscribe el pacto y se toma las ventajas del rico. Y Alonso levanta la voz, como ya lo hizo Briatore, para denunciarlo. Alguien me decía ayer que no hace bien. Que su imagen sufre al hacerse él portavoz de esa denuncia. Que mejor que lo digan otros y él preserve su imagen impoluta de deportista sano, alegre, listo para competir sin dar ni pedir cuartel, pero sin quejas. Una visión idealizada. Y un poquito publicitaria también, a decir verdad.

Pero yo creo que lo que Alonso ha hecho ha sido sentar sus reales. Respecto a BAR-Honda, es bueno que todos en todo deporte hablen contra el tramposo, porque lo contrario lleva a una especie de complot colectivo en la chapuza. Respecto a Ferrari, le marca el terreno a Schumacher, un grande entre los grandes, no ya de la Fórmula 1, sino del deporte. Al nivel de Alí, de Jordan, de Pelé. Con su denuncia, Alonso le hace ver que no le teme. Que no le impresiona el poder del binomio Schumacher-Ferrari. Y lo dice aquí, para recordarles que este es su territorio y que si les ha enseñado los dientes en otros lugares, más lo va a hacer en Montmeló.

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