Las imágenes de Cannavaro inyectándose

Ya sé que no es doping, pero el escándalo que se ha organizado con la difusión de la imagen de Cannavaro inyectándose Neotón no me parece gratuito. No estamos preparados para ver a deportistas inyectándose en la víspera de la competición. No estamos preparados para ver a jóvenes sanos, especialmente dotados y diestros para el deporte, tratándose médicamente de forma sistemática, como si padecieran disminuciones físicas. El deporte es un espacio para excelencia de los valores físicos y espirituales de nuestra especie y difícilmente se compadece con esa imagen de jeringuilla y mesa de quirófano en la habitación del hotel.

El mismo Cannavaro, que grabó aquello porque estaba grabando, para sí mismo, su experiencia en aquella final, lo sabe. Y entre bromas y veras decía aquello de ¿qué estamos haciendo? Tengo veinticinco años y me estoy envenenando. Un impulso general va echando a los deportistas profesionales en manos de druidas que con intención de mejorar físicamente su rendimiento o de enriquecerse ellos mismos personalmente les hacen correr riesgos. Riesgos ciertos. Hay mucho producto y mucho tratamiento de vanguardia cuyas consecuencias no son inmediatas, pero aparecen. Pasan los años y se descubren efectos desoladores.

Y mueren jugadores de tal equipo, de una misma generación, cuando aún no han llegado a los cincuenta. O la incidencia del Mal de Gehring entre los futbolistas italianos multiplica por varias veces la del conjunto de la población. Italia ha ido delante en esto, escribía bien el otro día el doctor González. También ha ido delante en la lucha antidoping. Allí ya hace tiempo que hay una legislación penal severa para estas cosas, y hay médicos que han sido condenados a penas de cárcel. En esto último es en lo que hay que seguir las huellas de Italia. Siempre es una suerte que haya alguien que haya recorrido antes el camino. Aprovechémoslo.

Lo más visto

Más noticias