La Copa es el Guadiana de nuestro fútbol

La Copa cumple en nuestro fútbol el papel de Río Guadiana. Aparece y desaparece. Esta semana vuelve, interrumpiendo los afanes del Madrid para perseguir al Barça y los de esa aristocracia de nuestro fútbol que pelea por dos puestos de Champions y otros dos de UEFA. El calendario descuidado y la falta de estímulo (si el campeón fuese a la Champions directamente, en lugar de a la UEFA todo el mundo le prestaría otro interés) van distanciando de la mente del aficionado esta competición. Pero sus valores están ahí, su fútbol es otro, más emocionante e intenso, y eso la mantiene viva, con una mala salud de hierro.

Esta noche vamos a El Sadar, donde entre otras figuras del espectáculo podremos contemplar de nuevo al inefable Rafa Guerrero. Así que de paso que juegan al fútbol, Osasuna y Atlético jugarán a la ruleta rusa. Pero hasta donde Rafa Guerrero lo permita, asistiremos a un partido serio, duro, con un gran objetivo ya muy próximo. A estas alturas, la Copa ya sí que es importante para los que sigan en ella. Los cuatro están a tres partidos de la gloria, de un título que este año cerrará la temporada, que hará feliz a la afición, que si no a la Champions al menos conducirá a la UEFA y que hará al club ser envidiado por todos salvo por el campeón de Liga.

Para Osasuna sería su primer título nacional, en términos absolutos. La cumbre de su historia. Para el Atlético significaría enterrar el recuerdo de aquellos dos añitos en el infierno, la reposición oficial en las alturas de nuestro fútbol, que siempre fueron su espacio natural. Para el Athletic, el reencuentro con una Copa que consideró suya durante tantísimos años pero que no gana desde hace ya ¡veintiuno! Sería un abrazo con su propia historia. ¿Y para el Betis? Para el Betis, una vez colocado su escudo en la portada sevillista de la Feria, no cabría mayor felicidad que ganar la Copa y arruinar así completamente el año del centenario sevillista.

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