Porteros brasileños en primera página

El Olympique de Lyon era la gran promesa de esta Champions, el equipo nuevo, joven, rápido y alegre al que todos queríamos ver, pero cayó ante el PSV. El héroe de la noche fue Gomes, portero brasileño. Lo mismo que el milanista Dida, cuya imagen, alcanzado por una bengala, ha sido la más difundida de estos cuartos de final. Curioso guiño del destino esto de que dos porteros brasileños hayan sido los protagonistas más destacados en los cuartos de final de la Champions. Brasil siempre ha sido tierra del mejor fútbol, pero sus porteros han estado generalmente bajo sospecha. Allí se supone que sólo van a la portería los torpes.

Ya en Brasil-50 la selección de aquel país perdió la final del Mundial, ante Uruguay, en el propio Maracaná. Aquel Maracanazo estigmatizó para siempre al meta Barbosa, que encajó los dos goles de Uruguay por el primer palo. Quedó maldito. Muchos años más tarde, en 1994, quiso visitar la concentración de la selección verdeamarelha en el Mundial de Estados Unidos. No le dejaron entrar: "La máxima pena en Brasil es de treinta años. Yo llevo más de cuarenta purgando por un delito que no cometí", se lamentó. Desde aquello, sólo Gilmar, campeón del mundo en Suecia-58 y Chile-62, se ha ganado respeto en el arco de Brasil.

A Gilmar le sucedió Manga, un fracaso en Inglaterra-66, y a éste Leao, que alcanzó más fama por sus muslos ebúrneos y su rubia cabellera que por su eficacia en el arco. En España-82 el colosal equipo de Júnior, Sócrates, Zico, Falcao, Edu y demás se descosía estrepitosamente en la portería, que ocupaba un extraño individuo alopécico llamado Waldir Peres. Por aquellos años el mundo se asombró de que el hijo de Pelé fuera portero del Santos, evidente aberración. Pero el fútbol siempre ofrece revancha, y ahora Gomes y Dida chupan cámara en la Champions y reivindican el maltrecho crédito de su gremio.

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