Una tarde para amar el fútbol

¡Qué gran partido! Una tarde para amar el fútbol, para agradecer a todos los jugadores su arte, su estilo y su entrega, para agradecer a los dos presidentes los encajes de bolillos que tienen que hacer para traerlos, para retenerlos, para pagarlos. Una tarde para agradecer a los ingleses el invento de este juguete mágico, y a los brasileños la forma en que lo reinterpretaron. Una tarde para olvidar tantas miserias cotidianas, del propio fútbol y de todo lo demás, y para recordar que Madrid y Barça, Barça y Madrid, siempre estarán ahí, para mantener nuestra fantasía despierta, para excitar nuestra imaginación, para ofrecernos días así.

¡Qué gran partido de los dos! El Madrid salió apretando, en plan 5 de enero ante la Real, y su arreón de salida sorprendió al Barça. Le dio para quince minutos y dos goles. Luego tuvo que parapetarse, como Ali ante Foreman en Kinshasa, y parar los golpes con la espalda contra las cuerdas, dejar que el enemigo se agotara en su ofensiva, directa, noble, incesante. De cuando en cuando, algún contraataque, y luego otra vez a agruparse cerca de Casillas, demasiado cerca para mi gusto y me parece que para el del propio portero. Y el Barça jugando. Aceptando el desafío. Jugando bien, como los ángeles. Como sabe.

El resultado final reabre la Liga, pero mantiene al Barça como favorito. Al Madrid le faltó un gol para al menos igualar el goal average particular, de modo que tiene que remontar siete puntos en siete partidos. ¿Hay territorio para tanto? La desgraciada lesión de Etoo le va a pesar al Barça, pero Maxi no es un delantero desdeñable. Y el Barça, se le vio en Chelsea, se le vio ayer, no se derrumba fácilmente. Tiene casta, además de juego. Va para campeón, pero la novedad es que aún tiene que ganárselo. Que el Madrid está ahí, con su orgullo, con un Luxa reforzado después de su difícil apuesta de ayer. Con nuevas ganas.

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