Ante el regreso del Madrid al Bernabéu

Vuelve el Madrid al Bernabéu tras sus fallidas visitas a Turín y a Getafe. Me consta que Florentino y su directiva esperan el partido con cierta aprensión, con algún temor a una reacción mala del público. No sería justo. Es verdad que al Madrid le han alcanzado los años en algunas de sus piezas vitales y que eso se nota. Que no está bien, sólo está segundo, y que eso parece muy poco para las perspectivas descomunales que se depositaron en este equipo. Pero no están muy lejos los momentos gozosos vividos en ese campo, un lleno tras otro, con las ruletas de Zidane, los pases cruzados de Beckham, las arrancadas fulminantes de Ronaldo...

Hace tiempo que aprendí que para ser feliz es mejor recordar siempre el bien que nos han hecho los demás y olvidar cuanto antes lo malo. Con ese espíritu iría yo hoy al Bernabéu, y quizá con un poquito de nostalgia, pensando que este equipo puede estar a punto de disolverse, a punto de perder algunas de sus piezas. Muy posiblemente Figo el primero. Figo, el origen de todo, el hombre que cambió Barcelona por Madrid y con ese movimiento provocó un vuelco en el fútbol español que ha durado hasta el verano pasado. El mismo Figo que ha perdido velocidad para escaparse por la banda, pero que ofrece la persistencia de su juego para compensarlo.

Ha sido un tiempo extraordinario en varios sentidos. Un modelo audaz que reunió en el Bernabéu a los mejores jugadores del cambio de siglo, que a su vez trajeron ingresos extraordinarios. La ortodoxia futbolística sufrió con el desprecio de ciertos viejos códigos que alaban el equilibrio, la táctica, el trabajo defensivo, el orden. Frente a eso Florentino propuso juntar a los mejores, y ver qué pasa. Y pasaron maravillas, no lo neguemos. Ahora que les alcanzan los años y pierden con frecuencia podremos discutir el modelo hasta la saciedad, pero no podremos negar que aquello fue bonito mientras duró. Y que no merece ninguna repulsa.

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