El Chelsea y las cuentas de Florentino

Tengo para mí, y así lo he escrito ya alguna vez, que Abramovich descompuso la estrategia económica de Florentino y le abocó a decisiones que de otra forma no hubiera tomado. Florentino planificó su proyecto para un modelo de mercado en el que entró agresivo, se llevó lo mejor y luego se dispuso a administrarlo con la perspectiva de un mercado en recesión, que limitaría los costos posteriores. Pero la aparición de Abramovich, que actúa fuera de mercado, le obligó a decisiones indeseadas. A renovar hace un año a Ronaldo, al que tentaba el ruso. Y, para evitar agravios comparativos, a alargar también los contratos de Zidane y Raúl.

Incluso este verano, por presión de Camacho, alargó el contrato de Roberto Carlos (que debería terminar el próximo 30 de junio) tres años más. Esas tremendas nóminas galácticas se ven ahora, cuando la decadencia de varios de ellos es evidente, como un costo excesivo que va a condicionar el desenvolvimiento económico del futuro. Esos jugadores están llamados a acabar sus contratos en el Madrid porque ya nadie les va a pagar cantidades así. El único galáctico que hoy por hoy tiene salida fácil es Figo, si el club le da la carta de libertad. Figo aún puede obtener un buen contrato de tres años en algún club fuerte de Inglaterra. El Manchester, por ejemplo.

Y el fantasma del Chelsea aún sigue ahí. Este verano se llevó a Carvalho, que el Madrid quería, por treinta millones, y esa fue una de las causas del disparate de Woodgate, aún no explicado. Y ahora ocurre que coinciden los objetivos de Mourinho con los del Madrid: Joaquín, Gerrard, Adriano, Cole y hasta Robinho, por el que el Chelsea insiste y hurga en busca de algún resquicio. Florentino ha conseguido generar enormes ingresos, pero a la hora de confeccionar y pagar a su plantilla se ve abocado a duras subastas con un club cuyo presidente, Abramovich, tiene el dinero por castigo y cuyo entrenador, Mourinho, abriga las máximas ambiciones.

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