Real Madrid: la victoria o el caos

El Barça pasó bien el trago. Después de una caída en la Champions, que supone una gran desilusión (el Barça tenía este año equipo para soñar con ese título) el regreso a la Liga es duro. El fútbol de cada día, sin tanta gloria encerrada, con la obligación de ganar porque sí, sin elogio a la victoria, con crítica al empate o a la derrota. Se notó el desconcierto en el primer cuarto de hora, en el que los blaugrana aún parecían estar en Londres. Pero este Barça tiene el santo de cara. Pronto llegó el gol de Deco, con rebote, y el Athletic, de presencia levemente amenazante, se diluyó. Sin Yeste no es el mismo. Sin Yeste le falta inventiva para el gol.

Así que el Barça se acostó feliz porque esta mañana los periódicos le sitúan ya once puntos por encima del Madrid, que visita al Getafe con su tragedia a cuestas. Su tragedia es la eliminación de Turín, más grave que la del Barça de Londres. Porque el Barça puede pensar que con este equipo puede volver a intentarlo más de una vez los próximos años, y el Madrid sabe que su equipo se acaba, que tiene que cambiar varias piezas, y eso es duro, caro y traumático. Y se agrava porque la afición mira con el ceño fruncido su marcha en la Liga, en la que ha ido haciendo la goma con el Barça pero sin llegar a acercarse de una forma de verdad decisiva.

Así que hay partido de enjundia en Getafe. El equipo azulón vive el periodo más feliz de su historia. Nunca estuvo en Primera. Nunca tuvo a su merced al Real Madrid como lo tiene hoy. Nunca tuvo un equipo tan suelto, tan bien dirigido como el que presenta hoy Quique Flores, sin más tacha que la portería, donde sólo Sánchez Broto consiguió poner un periodo de calma. El Madrid se enfrenta esta tarde a dos enemigos importantes: el Getafe y su propia ansiedad. Mira con aprensión el regreso al Bernabéu dentro de una semana, ante el Málaga. Si esta tarde no gana, si se presenta ante los suyos a diez u once puntos del Barça, se armará la gorda.

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