Cuando un amigo se va...

Hace bastantes años leí en El Gráfico, una entonces excelente revista argentina, un trabajo de Menotti que aún recuerdo: "Pequeñas sociedades construyen grandes equipos", se titulaba, y desarrollaba la idea de que cuando en un equipo se han juntado dos grandes jugadores, que se entendían y complementaban, en torno a ellos crecía siempre un equipo ganador. Citaba muchas parejas de socios para apoyar su teoría. Pero lo completaba con una pieza especial: "Ardiles, el socio de todos". Y elogiaba a Ardiles como el modelo de jugador que apoya a todos, en el que todos se pueden apoyar. La piedra angular en torno a la que puede crecer un equipo.

Me volvió a la mente ayer en A Coruña, en un encuentro con los ases en el que reunimos a Lendoiro, Irureta y Mauro Silva con aficionados del Depor, que les preguntaban directamente. Me volvió a la mente porque Mauro Silva personifica a la perfección ese modelo: el socio de todos. De los muchos aciertos de Lendoiro en todos estos años quizá el mayor haya sido descubrir a este jugador en el Bragantino y traerlo al Depor. Él fue el eje del primer Superdepor, el de Arsenio, que rozó la Liga, y del segundo, el del Centenariazo, el de las victorias en la Champions en los principales escenarios europeos. Ese segundo Superdepor que empieza también a decaer.

Alguien lo recordó: "El del sábado será tu último partido contra el Madrid". Alguien lo recordó y a todos nos invadió cierta melancolía. Jugadores así no se ven cada poco, caray, y es duro pensar que cada fin de semana que pase nos acerca más al adiós. Su juego tenía todo lo que se pide en el medio campo: fuerza, visión, técnica, colocación, sacrificio Y más: nobleza, imagen de deportista bueno, de hombre bueno, carisma sin alardes. Pero el tiempo se cobra su tributo y llega el día en que tiene que hacerse a un lado. Lo dijo a principio de temporada, para que todo fuera más simple. Cuelga las botas en el Depor, último sencillo homenaje al club que tanto le quiso.

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