Discordias ante el regreso de la Vieja Dama

Ronaldo compareció en conferencia de prensa visiblemente molesto. Con las críticas a la boda (o a la fecha, más bien), con la multa. Y (la principal premisa es siempre la que no se menciona) con su suplencia del sábado. Luego compareció Luxemburgo y también se le vio molesto. Con Ronaldo, con la prensa y (la principal premisa es siempre la que no se menciona) con el estilo del club en esta crisis. Malas caras entre los dos principales del vestuario en un día crítico, víspera de la visita de la Vecchia Signora. ¿Es grave la situación? No ha ocurrido nada que no se resuelva con un dos a cero esta noche. La cuestión es conseguirlo.

A Roberto Carlos le parece hasta poco. Serán tres, dice, dos de Ronie y uno de Raúl. Quizá. La cuestión es saber cuánto queda ese gran Madrid soñado por Florentino y que no hace tanto tiempo existió efectivamente. En la foto impresiona. Tal cúmulo de balones de oro y de internacionalidades no lo puede presentar nadie. Otra cosa es el rendimiento en el día a día, que se resiente del marchitamiento de algunos y de la falta de orden táctico congénita a un equipo con tanto superclase. Pero ocasiones como la de esta noche son las que pueden transformar para bien a un equipo así. La de hoy es una noche para aparcar miserias y rencillas.

Si es así, fluirá el fútbol que son capaces de desarrollar estos jugadores extraordinarios y Florentino podrá abrir de nuevo su joyero y mostrarle al mundo sus piedras preciosas. Enfrente hay un equipo de orden, porque Capello es gente de orden y sus equipos son a su imagen y semejanza. El Madrid, por contra, tiene su mayor influencia en Ronaldo, ese espíritu libre que nadie puede sujetar en ningún código y que se convierte en fuente de desmadre permanente, como bien hemos visto esta semana. Hoy está obligado, más que nunca, a defender con sus goles su estilo libertario. A defender su derecho a abominar del balón medicinal.

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