Dedicado a la Comisión de Evaluación

Se lo había anunciado Luxemburgo a Florentino, hace tres semanas largas: "Ante el Espanyol se verá mi Madrid. Tenga un poco de calma hasta entonces." Y sí, se vio. Un buen Madrid. Una orquesta para violines (eso que nos dijo en AS de que en una orquesta no sólo puede haber violines debió de ser para despistar) bien afinada, capaz de ofrecer en el primer tiempo una preciosa exhibición sobre el tapete de billar traído por Manuel Redondo desde Holanda. Un fútbol, eso sí, un poco modelo Sodoma y Gomorra, con Casillas expuesto a remates ante las narices, pero con espacio para la inspiración de todos los galácticos.

La injusticia que estaba cometiendo con Guti la remedió en sacrificio de Gravesen. Nada que oponer: mejor eso que lo que pregonaba ayer César Ferrando respecto al partido de esta noche: "Quiero un fútbol controlado y pocos goles". Bueno, pues eso les puede gustar a los entrenadores, pero no al común de los mortales. Mejor este despliegue de talento que el equilibrio. Y mejor todavía en una noche en la que teníamos huéspedes muy notables a los que era preciso agradar. Me refiero a la Comisión de Evaluación de Madrid 2012. ¡Va por ustedes!, pareció brindar Luxemburgo. Se abrió de capote y la plaza se puso en pie.

El único que no compareció fue Ronaldo, distraído con sus cosas. En condiciones normales hubiera sumado tres goles a la fiesta. Pero no los hubiera merecido el Espanyol, y mucho menos Iván de la Peña, el violinista solitario. ¡Cómo juega ya este hombre! Seguro de sí, con la confianza de sus compañeros, que le buscan y están atentos a sus pases, dio un recital. La guinda de un precioso partido, en el que Raúl recogió de buena gana el guante de su jefe y marcó dos goles. Sí, ahora veremos qué dicen las encuestas. Mientras, lo que la clasificación dice es que el Madrid aún sigue ahí y que respira optimismo. Y la Juve volvió a perder.

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