Lo Pelat llega por fin a la Selección

En una orquesta no todos pueden ser violinistas, nos comentaba en su reciente visita Vanderlei Luxemburgo, refiriéndose a Gravesen. Es cierto, sí, tanto como que toda orquesta necesita violinistas. Y he aquí uno de los mejores, Iván de la Peña, al que el fútbol ha tenido siempre como a un ser sospechoso, al que mejor mantener alejado y vigilado. Es de la quinta de Raúl, con el que coincidió en las selecciones inferiores, pero todavía no ha debutado en la A. Ahora Luis Aragonés le llama, bien es verdad que para un partido fácil y no sabemos sin con carácter definitivo. Pero no deja de ser una buena noticia, después de tantos años.

Un día escribió Valdano que a jugadores como éste los entrenadores los tratan de forma desigual, según estén en su equipo o en el contrario. Si los tienen en su equipo, los llenan de obligaciones tácticas, les coartan su talento y terminan por dejarles en el banquillo; pero si los ven en el equipo rival les dedican una vigilancia extrema, conscientes de que el problema puede llegarles por ahí. El propio Iván de la Peña se ha pasado la vida quejándose: "A los que corren, quitan y marcan, nadie les pide que pasen como yo; pero a mí sí me piden que además de hacer lo mío, corra, quite y marque." O sea, que además de tocar el violín aporree el tambor.

Y lo ha ido haciendo. Tras rebotar en el Barça, el Lazio y el Olympique de Marsella llegó al Espanyol, donde su llegada fue vista con recelo. Después de su primera temporada incluso le dieron la baja, aunque luego se lo pensaron mejor y le reficharon. Con Tamudo ha hecho una pareja que Tomás Guasch bautizó con acierto como El Dúo Sacapuntos. Y además ha hecho un esfuerzo notable por dar algo más, eso que le piden los entrenadores: correr para atrás, colocarse, quitar... Luis le llama ahora a la Selección y abre así las puertas a un eterno incomprendido de nuestro fútbol. Y es bonito ver cómo a veces el talento también gana.

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