El gol fantasma está herido de muerte

Con frecuencia se le dan vueltas a la utilización de la tecnología como auxilio del arbitraje, cuestión que, grosso modo, me convence poco. Conocí el fútbol como es ahora y no me disgusta que tenga cierto grado de imperfección y de polémica, lo confieso. Y encuentro que la revisión de jugadas en video haría perder tiempo y no siempre nos dejaría conformes a todos, como bien podemos comprobar en la prolongación de las discordias entre aficionados después de ver jugadas repetidas por seis cámaras. Pero hay algo en lo que creo que esos inconvenientes no se dan: en la detección de si el balón traspasa o no la raya.

Y en eso estamos ahora. Colocar detectores de movimiento en postes y larguero y chips en el balón, de modo que cuando éste pase completamente al otro lado del plano que forman en su parte de atrás larguero, postes y raya de gol se perciba, por el árbitro o por algún auxiliar, una señal inmediata e inequívoca. Eso no hace perder tiempo y aleja dudas como la que nos ha dejado a todos el gol del Valencia al Levante, en la que incluso la foto tomada desde el mismísimo palo no termina de aclararlo todo. Y tenemos reciente el grave fallo del Manchester United-Tottenham, un despiste del árbitro que ha conmocionado al fútbol inglés.

Así que me figuro que pronto tendremos ensayos y poco después solución definitiva a este tipo de jugadas. Y le rezaremos un responso al gol fantasma, como se lo rezamos al gol del cojo, otra venerable institución desaparecida desde que en 1970, en el Mundial de México, se introdujeron con carácter oficial y universal los cambios. Hasta entonces los lesionados permanecían si les era posible sobre el campo y se quedaban arriba, sin vigilancia, y eso goteaba de cuando en cuando algún gol del cojo. Ya es pasado, como pronto lo será el gol fantasma. Pero no nos agobiemos: al fútbol nunca le van a faltar materias para la discusión.

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